Desde hace un tiempo, un tema que acapara muchas conversaciones es: el hambre emocional.
Generalmente, es una tema que se trata con una connotación negativa y que siempre conlleva a la búsqueda de herramientas o soluciones para acabar con él. Pero realmente, el hambre emocional ¿es bueno o malo?
Antes de responder a esta pregunta, es importante que sepamos que existen distintos tipos de hambre. Hay diferentes formas de agrupar estos tipos de hambre (en cinco, siete, nueve grupos, etc.). No obstante, a continuación, se van a presentar de forma sencilla y concreta.
TIPOS DE HAMBRE:
Hambre fisiológica
En este grupo se encuentran el hambre estomacal y celular. Este tipo de hambre se centra en cubrir las necesidades energéticas del cuerpo para que éste pueda funcionar adecuadamente. Algunas señales de este tipo de hambre son: sensación de vacío, hormigueo en el estómago y mal humor.
Hambre sensorial
Este tipo de hambre se relaciona con los sentidos:
-Hambre visual: tiene que ver con el aspecto de la comida. Este tipo de hambre aparece cuando vemos una comida que nos resulta apetecible, sin importar si fisiológicamente estamos saciados o no. Por ejemplo: "acabar de comer, ver algo que tiene buena pinta y sentir las ganas de comerlo".
-Hambre olfativa: cuando el olor nos despierta el deseo de comer, sobre todo cuando es un olor que nos agrada. Por ejemplo: "pasar por una pastelería y, por el olor que sale, querer comer un croissant ".
-Hambre bucal: este hambre se despierta al recordar el sabor y textura de los alimentos. Por ejemplo: "ver un anuncio de una hamburguesa, acordarse del sabor y querer pedirla a domicilio".
Hambre mental
Hace referencia a los distintos pensamientos y creencias que tenemos acerca de la comida. En este tipo de hambre juega un papel muy importante la información que recibimos del exterior (anuncios, redes sociales, entre otros). Por ejemplo: "hay que beber 2 litros de agua al día"; "no debo comer X alimento"; "es bueno comer 5 veces al día".
Hambre emocional
Surge cuando, al comer, nos dejamos llevar por nuestras emociones. Por ejemplo: "Me han ascendido y vamos a celebrarlo yendo a comer por ahí"; "he tenido un mal día, me merezco un helado".
Una vez visto los tipos de hambre, podemos concluir que el hambre emocional es un tipo más de hambre. Por esta razón, el hambre emocional, no es ni bueno ni malo, simplemente una razón más por la que sentimos la necesidad de comer. No obstante, en ocasiones, este tipo de hambre puede resultar negativo para nosotrxs ¿cuándo? cuando se utiliza como la única herramienta para gestionar las emociones.
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